domingo, 9 de noviembre de 2008

MUCHO MÁS QUE ELEGIR GOBERNADORES Y ALCALDES

Noviembre de 2008
América Siglo XXI-
Año V-Número 42

La Revolución Bolivariana ante una instancia crucial


Opción estratégica: el domingo 23 de noviembre la población venezolana resolverá una incógnita trascendental: acelerar por el camino del socialismo o negarse al rumbo que apoyó masivamente en diciembre de 2006. Las encuestas adelantan una victoria del Psuv. Dos partidos de la coalición bolivariana, PPT y PCV, optaron por defender candidatos propios en varios Estados.

Aunque la superficie muestra una puja electoral, otra cosa muy diferente se juega en Venezuela el 23 de noviembre próximo, cuando el país elegirá 22 gobernadores, 328 alcaldes, además de 233 legisladores a los Consejos Legislativos Estatales y 13 concejales a los Cabildos Distritales, incluyendo la representación indígena para ambas instancias, para un total de 603 cargos.
Una vez más el intrincado proceso de la Revolución Bolivariana pone en juego sus fuerzas y debilidades a través de una contienda electoral. La diferencia es que el resultado no medirá una circunstancial relación de fuerzas electorales. Está en juego la dinámica misma de una revolución económica, social y política, que desde 2006 definió inequívocamente su voluntad de dejar atrás el capitalismo y edificar el Socialismo del siglo XXI. Seguir por ese rumbo implica profundizar muy rápida y enérgicamente las medidas que adecuen el aparato del Estado a las necesidades de una transformación radical. ¿Expresará el pueblo venezolano, con suficiente participación y peso mayoritario, su voluntad de acelerar el paso rumbo a la revolución?

No hay registro histórico de que semejante opción se haya resuelto jamás a través de elecciones. Tanto menos en la era de los monopolios informativos y la manipulación desvergonzada de los medios de prensa. Pero como en todo desde sus inicios, este proceso muestra particularidades dictadas menos por los rasgos propios de Venezuela que por el inédito momento histórico en el que tiene lugar. Y el hecho es que a mediados de octubre los sondeos de opinión de consultoras de la oposición, tanto como las que manifiestan simpatías por el gobierno, auguran una nueva y neta victoria electoral de la propuesta revolucionaria.

Si se confirma este pronóstico, será una verdadera proeza de la perseverancia en defensa de un programa estratégico. Desde el 12 de diciembre de 1998 y hasta la prueba de fuerza destinada a reformar la Constitución, el 2 de diciembre del año pasado, Hugo Chávez ganó incontables elecciones de todo género, cada vez con más participación del electorado y mayor distancia respecto de la oposición unificada contra la revolución. Pero el 2D, cuando se puso a consideración una reforma constitucional que hubiese permitido a Chávez dar los pasos imprescindibles para profundizar el programa de cambios en dirección al socialismo, la abstención masiva de los propios partidarios de la revolución produjo algo más grave que la primera (aunque por ínfima diferencia) derrota electoral de Chávez: puso en cuestión la viabilidad sostenida de una revolución genuina por medio del sufragio y con la participación universal con plena democracia para todos, incluidos aquellos acérrimos enemigos que, con el respaldo desembozado del gobierno de Estados Unidos, no escatimaron la utilización de paramilitares colombianos para sembrar la zozobra y volcaron millones de dólares para confundir y desviar a la ciudadanía.

Balance 10 meses después

Ya a mediados de 2008 la oposición había perdido toda posibilidad de sostener el discurso triunfalista esgrimido inmediatamente después del 2D. Desde el día siguiente a la magra victoria, una avalancha propagandista intentó transformar ese acontecimiento en ariete para destruir la figura pública de Chávez. Con gesto de total certeza, los propagandistas de la derecha explicaban que era el comienzo del fin de Chávez y anunciaba, con detalles, la victoria arrolladora de sus candidatos en como mínimo 12 de los 24 Estados. La profecía interesada caló incluso en las filas del denominado “chavismo light”, provocando algo semejante al pánico en ciertos ámbitos. Pero la contraofensiva desplegada de inmediato por Chávez comenzó a mostrar frutos ya para el mes de abril. A mediados de año los portavoces más sensatos de la oposición redujeron la expectativa de victoria a una media docena de gobernaciones. En octubre la cifra esgrimida ya caía a la mitad. Ese vuelco se debió a tres factores principales: la irrupción sorprendentemente orgánica y masiva del Psuv en la campaña electoral; la solución –o ataque frontal y eficiente– de problemas acuciantes que habían contribuido a la derrota del 2D (desabastecimiento, inseguridad); la decisión de Chávez de tomar la campaña en sus manos y, con el Psuv a toda marcha, realizar actos en todo el país para respaldar personal y enfáticamente a sus candidatos. Esto revirtió el clima por un momento predominante en las filas revolucionarias, a la vez que avivó las diferencias en la oposición y desarmó su campaña, reducida a poco más que las campañas mediáticas.

Tal era el desánimo de la derecha a mediados de octubre que una consultora a su servicio, Hinterlaces, con tono de desesperación aconsejaba: “La implementación de las Misiones, la construcción de viviendas en las zonas más pobres del país y el fomento de cooperativas para promover el Desarrollo Endógeno, son iniciativas que generan una percepción de que realmente el gobierno está haciendo algo a favor de los más necesitados. Parece recomendable no atacar estas políticas gubernamentales, sino formular iniciativas superiores en medio del marco creado por las Misiones y los programas sociales, sin desplazarlas por completo”. ¿Cómo formular iniciativas superiores? Eso no lo aclara la consultora, que en cambio advierte que “se percibe que el Presidente ha fomentado una mayor concientización de la población en torno a las problemáticas políticas y sociales. Determinada acción debe ser seguida y halagada por los candidatos de oposición”. Semejante indicación está avalada por el dato más elocuente del informe de Hinterlaces: Chavez “cuenta con niveles de apoyo que oscilan entre el 45% y 55% del electorado venezolano”. Otras encuestadoras, más confiables, señalan desde mediados de año que ese nivel oscila entre el 60% y el 70%.

PPT-PCV: quo vadis?

Los dos partidos que no pasaron a las filas contrarias pero tampoco integraron el Psuv, Patria para Todos y Comunista, terminaron por romper la alianza en seis Estados, en los que llevan candidatos propios. La ruptura que esto significa traerá consecuencias. Es evidente que ambas formaciones, con argumentaciones a menudo válidas, desconocen el significado de esta confrontación comicial, que no es por candidatos sino por algo cualitativamente diferente: la posibilidad –o no– de dar el paso decisivo en ruptura con el sistema capitalista mediante elecciones democráticas. Tampoco parecen comprender PPT y PC la magnitud de la crisis mundial y el significado de que los candidatos del Partido republicano estadounidenses hayan declarado sin rodeos su voluntad de intervenir militarmente en Venezuela. El electoralismo se combina aquí con una razón más profunda, que pone a las direcciones de estos partidos en un camino divergente con los de la revolución: el carácter socialista de la transformación en curso.

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