El Periódico (Guatemala) / Luis Ruiz / Prensa Web YVKE
Martes, 23 de Sep de 2008. 8:41 am
Hace 35 años... Pablo Neruda
Hoy se cumplen 35 años de la muerte de Pablo Neruda, premio Nobel de Literatura en 1971. La causa de su muerte fue un cáncer y la noticia del derrocamiento de Salvador Allende, su amigo y Presidente de Chile en 1973. Falleció en una sala de la clínica Santa María de la capital chilena. Su legado es poesía que integró al continente.
"Todos fueron entrando al barco. Mi poesía en su lucha había logrado encontrarles patria. Y me sentí orgulloso", escribió el poeta chileno (Foto: Archivo)
Descargue aquí el libro "España en el Corazón" de Neruda (Tamaño: 55.43 KB)
El 23 de septiembre de 1973 moría en la clínica Santa María de Santiago el poeta Ricardo Eliezer Neftalí Reyes Basoalto, conocido como Pablo Neruda. Unos días antes, encontrándose convaleciente de cáncer, su casa de Isla Negra fue arrasada por el ejército de Pinochet. Los soldados le advirtieron al poeta que sabían que en su casa ocultaba armas. Neruda admitió que, efectivamente, tenía un arma muy poderosa, aunque no podrían llevársela; que su arma era la palabra. Su funeral fue la primera gran manifestación de protesta contra la dictadura que había derrocado al presidente constitucional Salvador Allende.
Neruda fue proscrito por su trayectoria política y porque en septiembre de 1969 fue elegido candidato a la Presidencia de la República por el Partido Comunista de Chile. A principios de 1970 renunció a ella a favor de su amigo, Salvador Allende, que murió en el asalto al Palacio de La Moneda, el 11 de septiembre de 1973.
El gobierno de la Unidad Popular emprendió una serie de reformas que pretendieron avanzar hacia la justicia y el progreso económico y social en Chile, pero ponían en peligro los privilegios seculares de la élite social y los intereses de las multinacionales norteamericanas debido a su programa de nacionalizaciones, sobre todo, del cobre. Desde su victoria, el presidente Nixon y la CIA comenzaron a preparar su derrocamiento.
Pinochet, que se reconocía a sí mismo como admirador de Franco y que de hecho fue el único Jefe de Estado que asistió a su entierro, asesinó a varios miles de personas e hizo desaparecer a otros tantos. Cientos de miles de chilenos abandonaron el país para escapar de su tiranía. En 1994 todavía permanecían en el exterior unas 700.000 personas, según la Oficina Nacional del Retorno.
Pero también desarrolló una intensa política de «desmemoria histórica». El trienio de la Unidad Popular se presentó como una época de violencia constante y de caos económico. El «milagro económico» chileno bajo Pinochet consistió en privatizar todos los servicios públicos y hacer posible que se enriqueciesen unas cuantas familias, entre ellas la suya. Pablo Neruda desapareció de la historia de Chile. El poeta que en octubre de 1971 recibió el Premio Nobel de Literatura, no tenía en ninguna ciudad chilena ni una pequeña calle dedicada a él. Incluso hoy no existe en Santiago ni en Valparaíso una avenida con su nombre.
Cuando el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, en 1998, emprendió contra Pinochet una causa por genocidio y crímenes de lesa humanidad, tanto el Gobierno español del presidente Aznar como su fiscal Eduardo Fungairiño se opusieron a su extradición. Este fiscal era un señor que se jactaba de que no leía periódicos, ni escuchaba noticias por la radio, ni veía telediarios. Sólo veía documentales de animales en la BBC. Este fiscal llegó a afirmar que los autores del golpe del 11 de septiembre de 1973 «no habían traicionado el orden constitucional, sino que solamente lo habían interrumpido para salvarlo». Resulta difícil creer que estas palabras salieran de un profesional del derecho y de la justicia, por atentar gravemente contra las víctimas de la dictadura y sus familiares. En otros países, como Alemania, posiblemente no se podrían hacer impunemente esas afirmaciones.
Pablo Neruda se comprometió abiertamente con la joven República española desde que estalló la Guerra Civil. El autor de "España en el corazón" (1937), como cónsul especial para la inmigración española en París, se hizo cargo del proyecto Winnipeg, un viejo carguero francés que solía transportar a unas 20 personas y que fue adaptado para acomodar a 2.200 refugiados españoles. El día 3 de septiembre de 1939 el Winnipeg arribó a las costas de Valparaíso. Poco después el poeta escribía: "Todos fueron entrando al barco. Mi poesía en su lucha había logrado encontrarles patria. Y me sentí orgulloso".
Heison Moreno
martes, 23 de septiembre de 2008
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