Prensa YVKE Mundial, Youtube
Hace 10 años
Hace diez años, no sabemos si por caprichos del destino, o por disposición de la providencia, se desarrolló un evento natural devastador que nos produjo un enorme dolor en nuestros corazones. El agua y el lodo arrastraban consigo, sueños, ilusiones y vidas. Ha pasado el tiempo sí, pero no así la pena de este trágico acontecimiento que vistió de luto al país entero.
La tragedia de Vargas, fue un escenario difícil no sólo para los varguenses, quiénes fueron víctimas de los corrimientos de tierras e inundaciones ocurridas en las costas caribeñas de Venezuela en diciembre de 1999, sino para toldos los venezolanos, que de alguna u otra forma hemos estado conectados, por distintas razones, a lo que significó y significa el litoral central, donde se encuentran unas de las playas más hermosas tan to del país, como del mundo entero.
Con el más profundo respeto a la memoria de quiénes perdieron la vida en la tragedia de Vargas, a sus familiares y allegados, recordamos con nostalgia este momento.
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Mayra Borjas
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SOBRE LA VULNERABILIDAD URBANA DE CARACAS
Alfredo Cilento Sarli
Introducción
La modificación del medio ambiente natural, para albergar las actividades necesarias para la vida de los humanos, es en esencia lo que realizan el conjunto de variados actores vinculados al sector económico de la construcción. La progresiva urbanización de la población –que a principios de este siglo ya sobrepasa la mitad de la población mundial y que, en 25 años más, se acercará a 70%– y las modificaciones implícitas en el uso del suelo han llevado a que el medio ambiente modificado pase de la condición de sistema "contenido" a la de "contenedor" de ecosistemas. Esto implica un incremento de los riesgos asociados a las amenazas naturales, "puesto que los ecosistemas de la biosfera están cada vez más saturados de sistemas artificiales", con el evidente efecto de reducir sus capacidades de autorregulación y asimilación (Yean, 1999). Venezuela es uno de los países más urbanizados del mundo, con casi 90% de población urbana y cerca de 50% de su población viviendo en barrios pobres, lo que de por sí implica una muy alta vulnerabilidad en todos sus centros urbanos.La catástrofe del estado Vargas y Caracas, ocurrida en diciembre de 1999, reflejó la transformación del área metropolitana de Caracas y su litoral (AMC), de espacio urbano contenido a espacio continente del ecosistema de la serranía del Ávila, con sus potenciales consecuencias. La historia no es nueva: en 1926, cuando el petróleo pasó a ser el primer producto de exportación de Venezuela, se inició un éxodo rural-urbano y un creciente ritmo de urbanización de la población. En aquel momento, y hasta inicios de los años 40, Caracas, Petare y los pueblos del litoral de Caracas, hoy estado Vargas (Catia la Mar, Maiquetía, La Guaira, Macuto, Naiguatá, La Sabana, Chuspa), eran pequeñas localidades y pueblos "contenidos" en el ecosistema del Ávila, sector de la cordillera de la costa. Los deslaves y aludes que habían ocurrido a lo largo de la historia geológica del Ávila todavía no provocaban contingencias pues entonces esos pueblos vivían en armonía con su ambiente natural. Ya para noviembre de 1938 las torrenciales aguas del río Maiquetía (Piedra Azul) "destruyeron innumerables viviendas construidas imprevisiblemente cerca de su cauce, ocasionando muchas víctimas entre sus pobladores" (Rohl, 1950). En 1948 y en 1951 se repitieron devastadores aludes y desbordes que afectaron todo el litoral, particularmente las hoyas de los ríos Piedra Azul, Osorio, Punta Mulatos o Cariaco, Escondido o Macuto, El Cojo y Camurí Chico. Para entonces el ecosistema del Ávila ya estaba contenido den-tro del espacio urbano de Caracas que continuaba creciendo desordenadamente, a costa del medio ambiente natural que ahora rodeaba, no que la rodeaba. El desastre de 1999 es el resultado de esa especie de "ecofagia": más de 40.000 viviendas destruidas y más de 10.000 muertos o desaparecidos (Cilento, 2000).
El paso de las localidades del AMC de espacios contenidos a territorio contenedor del ecosistema del Ávila, está claramente expresado en el hecho de que todos los lechos de los ríos y quebradas de su vertiente norte, en su recorrido hacia el mar, atraviesan los espacios urbanizados del litoral. Y los principales de la vertiente sur (Caroata, Catuche, Anauco, Canoas, Pajaritos, Sebucán, Agua de Maíz, Tócome) atraviesan la ciudad, incluso por debajo, para desembocar en el río Guiare, que a su vez parte en dos al valle mayor, densamente poblado, de la ciudad. El Ávila no es sólo el llamado "pulmón vegetal" de Caracas, su más bello escenario natural y símbolo vivo de la ciudad, sino la fuente de mayores amenazas para los habitantes de la principal aglomeración urbana del país.
En este artículo se analizarán de manera general algunos de los rasgos de vulnerabilidad del AMC, relacionados con su estructura urbana y con las amenazas de mayor riesgo que la afectan. También se presentará un enfoque sobre los aspectos relacionados con la prevención, preparación, mitigación y rehabilitación, para enfrentar un desastre mayor. No se trata en este trabajo sobre los aspectos más especializados de la ingeniería de desastres, tampoco es la presentación del resultado de una investigación específica sobre el tema de la vulnerabilidad, que reviste otros aspectos: políticos, económicos, médico-sanitarios, psicosociales y culturales, que escapan a su alcance. Es una reflexión y un llamado de alerta sobre los riesgos que penden sobre el espacio urbano caraqueño, contenedor del ecosistema del Ávila.
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