Por: César Prieto Oberto(*) aporrea.org
Desde la década de 1970, los planes imperiales tienen sus miradas en los países petroleros del Oriente Medio. Las grandes potencias occidentales que se habían repartido el mundo después de su victoria en la II Guerra Mundial, veían oscuro su panorama energético mientras año tras año crecía su voracidad consumista. Lanzarse a la búsqueda del “estiércol del diablo”, como denominara al petróleo Juan Pablo Pérez Alfonzo, era un riesgo que había que calcular muy bien, tanto en costos financieros, como militares y humanos. Pero desmembrada la Unión Soviética, consideraron que la mesa estaba servida. Y la aventura corrió a velocidad de vértigo. Se inició en 1990 cuando estimularon a Sadam Hussein a invadir Kuwait y lo demás cayó como castillo de naipes.


Es evidente que financiaron las revueltas de Túnez y Egipto, países débiles y títeres manejados por Wáshington. Luego han ido por Kaddafi, líder indiscutible de la nación más próspera del norte de África, hasta pocos días antes recibido y homenajeado por los presidentes y jefes de gobierno de las principales potencias europeas y EE.UU.
La decisión número 1973 adoptada por la ONU y refrendada por el Consejo de Seguridad con las abstenciones de varios de sus miembros, entre ellos China, Rusia, Brasil y Turquía de provocar una zona de seguridad aérea y el uso de la fuerza preservando la vida de la población civil, en una operación quirúrgica que sólo tomaría horas, fue considerado un mero papel toilette, utilizado y lanzado a la papelera. Hoy Gates, Secretario de Defensa de EE.UU, dice que no tienen idea de cuando terminará esta guerra, utilizando este término por primera vez.
En tanto, en el Congreso estadounidense ponen las barbas en remojo. Los republicanos, aprovechándose del curso de los acontecimientos, atacan ahora a Obama por no consultar al Congreso para esta declaratoria de guerra, y los demócratas entran en contradicciones entre pacifistas y guerreristas. Muy color de su piel se le presenta el panorama a Obama, agravados además por los problemas económicos internos de EE.UU, lo que hace prever que Obama tiene sus días contados. Por eso se cuida de no enviar tropas a territorio libio; de allí la decisión de traspasar el mando de la OTAN a títeres como Sarkozy, Cameron y demás generales y almirantes europeos.
El ataque a Libia viola flagrantemente la "Declaración Universal de Derechos Humanos" como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse. Esta Declaración, aprobada el 10 de diciembre de 1948 y desde entonces observado este día como Día de los Derechos Humanos, ha sido violentada reiteradamente por EE.UU cada vez que le ha convenido. La Declaración está compuesta por 30 artículos que no tienen obligatoriedad jurídica aunque por la aceptación que ha recibido por parte de los Estados Miembros, poseen gran fuerza moral. Esta "Declaración, junto con el "Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos", el "Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales" y sus respectivos protocolos opcionales, conforman la "Carta Internacional de los Derechos Humanos". Estos pactos fueron establecidos el 16 de diciembre de 1966 e imparten obligatoriedad jurídica a los derechos proclamados por la Declaración.
Pero una nueva circunstancia se hace presente: las fotos de las masacres de Kaddafi nunca se vieron, mientras que las de los bombardeos de ahora sí se ven en abundancia, acompañadas de videos que son testimonio fehaciente del genocidio que se está cometiendo por las naciones “más civilizadas del mundo”.
Otros acontecimientos forman parte de este tétrico panorama. Mientras el bombardeo intermitente prosigue, ya hay evidencias de que la “coalición” prepara un ejército opositor paralelo en Libia, lo que estimula el separatismo en un país que conserva su régimen social tribal.
Mientras tanto, la Liga Árabe, integrada por 22 naciones autocráticas, con Arabia Saudita liderándolas, aparece como una pieza clave de la invasión, puesto que las monarquías expulsaron a Libia de la Liga en momentos que esta nación norafricana la presidía, facilitándole a las potencias occidentales llevar el caso de los Derechos Humanos a la ONU y el Consejo de Seguridad.
En tanto, Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU, hace el ingrato papel de portavoz de la coalición invasora, desmeritando el cargo para el cual fue electo, iquizá pagando el precio de su designación.
Pero, ¿qué más hay detrás de toda esta confabulación? Se sabe que en África hay inmensas riquezas minerales de una gran importancia estratégica para el futuro. África subsahariana es muy rica en recursos naturales energéticos, y donde existan estas riquezas, el poder imperial va tras ellas.
Ahí dejamos algunas explicaciones que develan el panorama que se está escribiendo al norte de África: la lógica de la escalada imperial.
(*)Economista-Investigador